La Arciprestal e Insigne Basílica de Santa María es el templo más destacado de la cuidad de Elche. Se halla estrechamente vinculado a la comunidad ilicitana desde el nacimiento de la misma, a la civilización cristiana en el siglo XIII. En esta iglesia se reúnen los habitantes de Elche para rendir culto a Dios, para celebrar sus festividades comunitarias más destacadas, y para venerar a su amada patrona, la Virgen de la Asunción. Santa María ha sido escenario de visitas regias y en ella se tomaba juramento a las autoridades locales. Los muros de esta iglesia han sido testigos de la fe, la devoción y las creencias de generaciones y generaciones de ilicitanos ya que forman parte indisoluble de la historia de Elche.

   

 

La actual Basílica de Santa María es el cuarto edificio religioso que ocupa el mismo solar de la ciudad. El primero fue la mezquita musulmana que Jaime I de Aragón consagró al culto cristiano en 1265. Le otorgó la advocación de Santa María en su gloriosa Asunción a los cielos. En 1334 se edificó sobre sus restos una iglesia de estilo gótico que se mantuvo en pie hasta 1492. Entre dicho año y 1566, se levantó el tercer templo dirigido por el artífice Julián Alamiques. En 1572 todavía se concertaba la construcción del campanario de esta iglesia renacentista. Unos intensos y continuados aguaceros caídos en Elche en los primeros meses de 1672 causaron grandes daños al edificio cuya reparación fue imposible y se ordenó su demolición.

 

  

El 2 de Julio de 1673 fue bendecida y colocada la primera piedra de la iglesia actual. Fue levantada según los planos del arquitecto Francisco Verde que dirigió las obras hasta su muerte en 1674. Hasta 1678 fue responsable de la construcción Pedro Quintana. Bajo su dirección se inició la nave central de la iglesia que, tapada por su parte Este, fue utilizada para el culto a partir de 1686. Entre 1681 y 1719 dirigió las obras Juan Fauquet y, a continuación, los arquitectos siguientes. Fray Francisco Raimundo (1720-1730) que culminó la cúpula en 1729, Marcos Evangelio (1759-1767), que realizó algunas reparaciones y obras interiores, y Lorenzo Chápuli y José Gonzalvez de Coniedo (1772-1784), responsables de la construcción de la Capilla de la Comunión, la última parte del templo en levantarse. La construcción de la iglesia duró más de ciento once años.

 

   

La portada Mayor de la iglesia es obra del escultor Nicolás de Bussy y una de las principales muestras del barroco valenciano. Fue concluida en 1682 y esta formada por tres cuerpos superpuestos. En el inferior se encuentra la puerta de acceso flanqueada por tres conjuntos de columnas entre las que destacan las salomónicas. Sobre ella se abre una hornacina con una imagen de la Asunción de María que es coronada por la Santísima Trinidad. A ambos lados, las figuras de San Pedro y San Pablo. Una hornacina superior nos muestra a San José con el Niño Jesús. El conjunto se halla adornado con motivos vegetales y frutales, pebeteros con llamas, rocallas, cariátides y otros relieves y figuras.

 

 Santa María cuenta con otras siete puertas menores distribuidas por todo el edificio. En los laterales de la nave están las de San Agatángelo, patrón de Elche, esculpida también por Nicolás de Bussy (1680) y la de La Resurrección. En los extremos del crucero se abren las puertas del Órgano (al Norte) y la del Sol (al Sur), ésta última obra de los hermanos Irles, canteros de Elche, que la adornaron con símbolos marianos. Al Este se halla la puerta de la Comunión que comunica con la Capilla de igual nombre. Finalmente, dos puertas sin ornamentación, la Chica que nos introduce en la sacristía del templo y otras de reducidas dimensiones en la base de esta torre campanario.

El altar mayor de la iglesia con su tabernáculo de mármol de Carrara y embutidos de porcelana y alabastro, fue diseñado en 1742 por Jaime Bort y construido en Génova por Pietro Antoni Garoni. El escultor José Artigues, autor de la pechinas de la cúpula (1727) que nos muestran los cuatro evangelistas, inició también la talla del retablo principal y camarín de la Virgen de la Asunción, patrona de la ciudad. A su muerte en 1733, Juan Bautista Salvatierra continuó los trabajos de talla, que fueron dorados por Diego Tormos.

 

 

 La Capilla de la Comunión fue la última parte de la iglesia construida. Es de estilo neoclásico y está presidida por un retablo de mármol que nos muestra al Sagrado Corazón de Jesús. Se halla rematado con las figuras de las tres Virtudes Teologales: Fe, Esperanza y Caridad. En esta misma capilla podemos contemplar las imágenes originales de Santa Teresa de Jesús, Santo Tomás de Aquino y de los cuatro Evangelistas, talladas en madera y decoradas para imitar mármol.

También es de gran interés la sacristía del templo cuya decoración no se vio afectada por el incendio de 1936. Los muebles, cajoneras, imágenes y pinturas son originales de los siglos XVIII y XIX. En el interior de la misma, destaca la antigua capilla de San Pedro con su bóveda de cantería plana adornada con el monograma de María y la interesante escalera de acceso a las tribunas.

 

 

El largo periodo de tiempo empleado en la construcción del templo se explica por la detención de las obras en aquellos momentos en que no se contaba con recursos económicos suficientes. Estas detenciones hicieron que, además, fueran necesarias reparaciones importantes. En 1829 el edificio se vio afectado por los terremotos que se centraron en nuestra comarca y en la Vega Baja del Segura. Entre 1903 y 1905 se acometió una restauración de gran envergadura que dirigió el arquitecto ilicitano Marceliano Coquillat y Llofriu. En estas obras se desmontó completamente la cúpula que fue levantada de nuevo tras reforzar bóvedas y arcos.

 

   

La iglesia fue consagrada el 3 de octubre de 1784 por el Obispo de Orihuela, José Tormo de Juliá. Este mismo prelado, que había contribuido generosamente a la conclusión de las obras, le concedió en 1789 el título de Insigne. Santa María es el único templo cristiano que goza de un privilegio papal. Otorgado por su S.S. Urbano VIII en 1632, que le permite ser escenario de una representación sacra, “La Festa” o Misterio de Elche. Esta celebración tiene lugar cada año durante la festividad del Tránsito y Asunción de la Virgen, el 14 y 15 de Agosto. La vinculación del templo a esta escenificación mantenida durante siglos por los ilicitanos, hizo que después de haber proclamado a Asunción de María a los cielos como dogma de la Iglesia Católica (1 de Noviembre de 1950).

 

Cuenta la tradición ilicitana que la imagen de la Virgen de la Asunción, patrona de Elche, fue hallada el 29 de diciembre de 1370. apareció en el interior de un arca de madera que flotaba sobre las aguas del Mediterráneo y en cuya tapa se leía “Soy para Elche”. El milagroso hallazgo tuvo lugar en la cercana playa del Tamarit y fue protagonizado por el soldado guardacostas Francisco Cantó. En el interior del arca se encontró, además, el consueta o libreto del Misterio de Elche. Los habitantes de los pueblos cercanos disputaron por la posesión de la imagen. Puesta sobre una carreta de bueyes, a los que se taparon los ojos, no detuvo su marcha hasta llegar a la ermita de San Sebastián de Elche. En este oratorio se entronizó la imagen hasta 1648 en que pasó definitivamente a presidir el altar mayor de Santa María

 

 

Cada año la ciudad de Elche recuerda la aparición de su patrona con las fiestas de su Venida. Se celebran los días 28 y 29 de diciembre y en ellas se representa la llegada a galope del guardacostas Francisco Cantó a la plaza del Ayuntamiento en donde anuncia el hallazgo de la Virgen. El pueblo es convocado mediante un bando leído en diversos puntos de la cuidad. Se organiza una romería que se dirige al huerto de las Puertas Encarnadas –que representa la playa del Tamarit – donde recoge la imagen de la Virgen. De regreso a Santa María, un sacerdote le da la “Bienvenida “ y se entona el himno de la Venida (1911). El día de la festividad tiene lugar un solemne procesión por las calles céntricas de la ciudad. Los años acabados en número par, la representación del hallazgo se realiza en la misma playa del Tamarit (hoy de Santa Pola).

 

 

La imagen de la Virgen de la Asunción es una figura tallada en madera, de tamaño natural, que nos muestra a María de pie, con las manos juntas en actitud de oración. Está adornada con vestidos y mantos de gran riqueza que le son cambiados según el momento litúrgico del año. Su cabeza aparece cubierta con una toca de tisú de plata y sus sienes están ceñidas con una corona imperial como signo de Reina de la Creación. En la festividad de la Asunción se expone yacente y se cubre su rostro con una mascarilla con los ojos cerrados para simular su dormición. La imagen encontrada en 1370 desapareció en el incendio del templo de 1936. La actual fue realizada por el escultor valenciano José Capuz en 1940 e imita a la figura original en todos sus detalles. La Virgen de la Asunción es Alcaldesa Honoraria de Elche desde 1958 y fue coronada canónicamente el 29 de diciembre de 1970.

 

   

La patrona de Elche recibe veneración en su camarín del altar mayor del templo. Es una pequeña escancia con planta de cruz griega en cuyo centro de eleva el altar de la Virgen. El recinto está profusamente adornado con tallas de madera doradas. En su origen estuvo decorado con pinturas alegóricas de Fray Antonio de Villanueva. Actualmente contiene óleos del pintor ilicitano José Cañizares inspirados en la tradición de la Venida de la Virgen a la ciudad y en el Misterio de Elche (1965). Cuando la imagen de la Virgen no se halla en el camarín, su bocaporte se cubre con una pintura –que reproduce la figura mariana- del pintor local Francisco Rodríguez S. Clement (1940).

 

 

La principal celebración que los ilicitanos dedican a la Virgen de la Asunción es la “Festa” o Misterio de Elche. Es una representación de origen medieval que tiene lugar los días centrales de agosto de cada año en la que se recrea la Muerte, Asunción y Coronación de María. Es totalmente cantada e interpretada por hijos de la ciudad. Sus versos están escritos en valenciano y se vale de una espectacular tramoya que transforma la cúpula de la iglesia en el cielo desde donde bajan tres aparatos escénicos (la Granada, el Araceli y la Coronación), ocupados por hombres y niños. Se trata de la única obra de sus características que se ha mantenido viva hasta nuestros días gracias al privilegio del Papa Urbano VIII (1632). El Misterio de Elche es Monumento Nacional (1931) y ha sido declarado por la UNESCO Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad el 18 de mayo de 2001.

 

 

La “Festa” se inicia en la noche del 13 de agosto con la “Nit de L´Albà” en la que los ilicitanos realizan una ofrenda de fuegos artificiales a su patrona. En la tarde del día 14, festividad de la Dormición de María, se escenifica la primera jornada del Misterio. La Virgen manifiesta sus deseos de reunirse con su hijo. Éste le envía un ángel con una palma que le anuncia su cercana muerte. Tras despedirse de los apóstoles reunidos y morir, un coro de ángeles llamada Araceli sube su alma al cielo. Esa misma noche tiene lugar la “Roà”, acto comunitario en que se vela a la Virgen dormida. En la mañana del 15 de agosto, fiesta de la Asunción, se realiza la procesión entierro por las calles de Elche. Y por la tarde, la segunda parte del Misterio: los preparativos del sepelio de María son interrumpidos por unos judíos que, finalmente, se convierten y son bautizados. La Virgen, resucitada, sube al cielo donde es coronada por la Santísima Trinidad.

 

Durante la octava de la Asunción, entre el día 16 y 22 de agosto, la Virgen es expuesta yacente sobre un impresionante lecho de madera de ébano y adornos de bronce y plata. Es una magnífica muestra de la orfebrería portuguesa del siglo XVII, que se coloca en el altar mayor. Todas las tardes se celebra una solemne eucaristía con predicación, se canta la Salve y se entonan los Gozos de la Asunción en donde los ilicitanos piden la protección de su patrona. La devoción del pueblo de Elche hacia la Virgen se ha ido incrementando a lo largo de los siglos. En momentos de angustia es sacada en rogativa y las oraciones de los ilicitanos son constantes, tanto en el interior de la Basílica como en las frecuentes visitas que a cualquier hora del día y de la noche pueden realizarse. Su figura está iluminada y es visible desde las mirillas de la puerta Mayor del templo.

 

 

La especial devoción de los ilicitanos hacia su Madre, hace que el Domingo de Resurrección participe su imagen en la llamada procesión de “Las Aleluyas”. En ella tiene lugar un solemne encuentro entra las imágenes de Cristo Resucitado y de la Virgen. Y, a continuación, ambas figuras son conducidas hasta la Basílica bajo la lluvia incesante de “Aleluyas”. Son éstas unas pequeñas estampas impresas en papeles de colores con figuras religiosas que como signo de alegría ante la Resurrección de Jesús, son lanzadas desde balcones y terrazas. Esta costumbre conservada en la ciudad desde tiempo inmemorial, convierte la luminosa mañana en una festividad comunitaria y gozosa ante el triunfo de Nuestro Señor Jesucristo sobre la muerte.

 

 

La patrona de la ciudad ha recibido a lo largo de la historia diversas donaciones de sus fieles como señal de respeto y cariño. La más importante es el llamado Vínculo del Doctor Caro. Es un conjunto de bienes inmuebles que le sacerdote ilicitano Nicolás Caro legó en el siglo XVII, con el deseo de que sus rentas sirvieran para dignificar los cultos a la Virgen ilicitana. Entre tales inmuebles figuran algunos huertos de palmeras que en 1940 fueron arrendadas al Ayuntamiento de Elche y convertidos en Parque Municipal. Tanto los ilicitanos como nuestros visitantes disfrutan de esta magnífica zona de recreo gracias a la Virgen de la Asunción. El parque forma parte del conjunto de huertos tradicionales de ciudad, uno de los signos que identifican a Elche y que ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad (Noviembre 2000)

   

 

Campana “Maria de la Asunción”. Es la campana más grande, su boca tiene un diámetro de 121 centímetros y pesa 1172 kilogramos. Fue realizada en 1719 y presenta una inscripción alusiva: “Anno 1719 Assumpta est Maria in coleum, gaudent angeli” (Año 1719. Asunta es María al cielo, se alegran los ángeles”)

Campana “Dijuni” (Ayuno). Fundida en 1719, tiene un diámetro de 106 centímetros y pesa 900 kilogramos. Presenta la siguiente inscripción: “Noli fieri hipócrita anno MDCCXVIII ieiunas “ que puede traducirse como “Guárdate de que sean hechos ayunos por un hipócrita. Año 1719”

 

 

 Campana “Maria Bárbara “. Fue refundida de una campana anterior en 1984, en los talleres de Salvador Manclús de Valencia. Tiene un peso de unos 400 kg, y su boca un diámetro de 88 cm. Presenta la siguiente inscripción: “María Bárbara refundida en 1984 segundo centenario de la consagración de la Basílica”.

Campana “Ave María”. Es la de menor tamaño del campanario, mide 68 cm de diámetro y pesa 238 kg. Sin embargo es la más antigua de toda la iglesia y proviene del templo renacentista, anterior al actual. Está señalada con una inscripción en donde se lee: “Ave María, Luis Aries me feci, siendo fabriquero doon Yvan Caro, anno 1654”.

 

 

Matraca. Durante los días del tríduo sacro de Semana Santa (del Jueves Santo al Sábado de Gloria) las campanas enmudecían en la antigua liturgia. Su sonido alegre y musical era sustituido, como señal de luto por la muerte de Jesús, por el sonido sordo de las matracas o carracas. Estos instrumentos, hechos de madera, llamaban a los fieles desde los campanarios y otros, de menor tamaño, eran usados en los Santos Oficios. La Matraca de Santa María ha sido restaurada por Relojería Valverde de Murcia, en marzo de 2001.

 

 

 Desde lo alto de este campanario se lanza a la media noche del 13 de agosto la gran palmera de fuegos artificiales llamada “Palmera de la Virgen”. Es la culminación de la “Nit de L´Albá” o Alborada que marca el inicio de la festividad de la Asunción de María. Es sufragada por el Ayuntamiento de la ciudad en nombre de todos los ilicitanos   su grandiosidad queda resaltada al apagarse durante unos instantes todas las luces de la población. Como manifiesta un documento del siglo XVII referido a este acto, por unos momentos “la noche se hace día”. Inmediatamente después se voltean todas las campanas de la iglesia y se enciende una silueta de la Virgen hecha de fuego que es contemplada por todos los ilicitanos desde las azoteas de sus casas.

 

 

Este campanario estuvo rematado en el siglo XVIII con un gran chapitel de madera en cuya cúspide se situó una veleta con forma de figura humana o giraldo. Esta construcción contenía algunas campanas de pequeño tamaño para llamar a la oración. El chapitel fue destruido en un incendio fortuito que tuvo lugar en la Nochebuena del año 1792 cuando el campanero de la iglesia subió lumbre para calentarse del frío vendaval que soplaba. Ya no fue reconstruido posteriormente y en 1864 el párroco de Santa María, Rvdo. Pedro Rocamora, restauró la parte superior del campanario y le dotó de la barandilla que hoy vemos. Dicho Sacerdote sería consagrado posteriormente como Obispo de Tortosa, diócesis en la que ejerció su ministerio entre 1894 y 1925.

 

 

El 16 de Marzo de 1871 visitó la ciudad de Elche S.M. el Rey Amadeo I de Saboya. Estuvo en el Ayuntamiento, en Santa María y en el huerto de la Virgen. En su visita a la actual Basílica, subió a este campanario desde donde contempló la población completamente rodeada de huertos de palmeras. Impresionado ante esta hermosa visión, concedió verbalmente el título de ciudad a Elche. El 12 de Mayo del mismo año, fue confirmada la concesión mediante el correspondiente decreto: “Atendiendo a los deseos manifestados por el Ayuntamiento constitucional de la villa de Elche en sentida instancia de perpetuar de un modo solemne la memoria de mi visita a población tan ilustre por sus hechos gloriosos, que le valieron justas inmunidades y franquicias como próspera e importante (…) la villa de Elche, en la provincia de Alicante, llevará desde hoy el título de Ciudad con el mismo nombre”.

 

Textos expuestos en los paneles explicativos que se encuentran en las tres estancias o habitaciones del campanario.

Autor: Joan Castaño

Montaje, revisión de los textos  y fotografía: José David García Hdez